jueves, 3 de diciembre de 2015

Corazón de luz y ruido

Antes de nada, quiero que sepas que te quiero. Tú me acogiste, te mostraste tal y como eres y por eso me acabé enamorando.

Pero necesito que sepas algo. Echaba de menos compartir el silencio mientras paseábamos, el dejar que la naturaleza hiciese su aportación. También me moría por decirte que toda la luz que emite tu innegable belleza, me obligaba a despedirme de las estrellas, siempre presentes pero apagadas.

Esto no es un “para siempre”, simplemente es la promesa de dos buenos amigos de volver a verse, olvidando aquello que los separó. Porque recuerda que antes del amor, nos unió la amistad, capaz de unir dos almas solitarias.

Contigo he vivido momentos de gran pasión, de insufrible tristeza, y eso mi corazón jamás lo podrá olvidar. Esas cicatrices ya forman parte de mí. Bien sabes cómo soy, cómo pienso. Jamás ninguna otra podría haber hecho que te traicionara. Después de ti, sólo la soledad quedará para ahogar mi sufrimiento.

Tu luz y voz no pueden ser más hermosas, pero a la vez bloqueaban a mi encerrada imaginación, que gritaba desesperada por volar con el viento entre las palomas. Te quiero y siempre te querré, pero el tiempo me ha mostrado la ceguera que acompañaba a tu pasión, y no puedo vivir con ella; aunque sea de tu mano.

Adiós a la que será siempre la ciudad que enamoró a un artista.

Víctor Ortego
Estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual


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