viernes, 8 de enero de 2016

El fresno

Uno de los últimos días de septiembre dos profesores paseaban por los jardines de su colegio mientras observaban el particular desfile otoñal que brindaban los árboles a la naturaleza. Los maestros admiraban los destellos rojos de los robles, se enorgullecían del solemne y eterno verdor de los pinos y alababan el revoloteo, similar a un suspiro, de las hojas caídas. Sin embargo, entre aquel extinto paraíso los profesores detuvieron sus ojos en un árbol que, melancólico y solitario, les regalaba su extraordinaria belleza.

Luis, que así se llamaba uno de los docentes, le dijo a su acompañante:

-Fíjate, Ramón, en ese fresno. Reviste con sus coloridas hojas nuestras vidas, acapara los sentimientos y nos advierte, nos advierte de la llegada del invierno. Resulta un árbol curioso.

Ramón, profesor de matemáticas, apuntó con una aguda y escéptica sonrisa:

-Es un árbol sin más.

Luis se volvió sorprendido hacia él y le miró fijamente. Luego, con paciencia, comenzó a explicar:

-El fresno se rodea de una aureola especial. En un sacrificio muy singular se desnuda y queda expuesto a las inclemencias de la nieve y el viento únicamente para anunciar: ¡cuidado, que viene la fría estación del invierno!

Ramón escuchaba con gesto displicente y soberbio. Aunque no quería reconocerlo, aquel fresno le atraía de una manera extraña y era incapaz de despegar su mirada de él. Luis continuaba hablando.

-Las hojas amarillas provienen del gesto altruista del fresno. Y de esa manera, en sus últimos días, a este árbol le circula una atmósfera bella y sobrenatural.

-Igual que a las personas -murmuró Ramón, que no había logrado soportar la atracción que sobre él ejercían el fresno, el otoño y las palabras de Luis.

-¿Qué dices? -preguntó el otro.

-Nada, nada -susurró Ramón en un tono casi inaudible.
Ambos profesores permanecieron contemplando el fresno, casi extasiados. Luis interrumpió el silencio:

-Pero no te preocupes amigo, volverá alegre la primavera. El fresno lucirá de nuevo la juventud y la belleza que ahora pierde. Sí, retornarán los cantos y el humilde sacrificio de este árbol se verá recompensado.

Dicho esto, Ramón y Luis se fijaron por última vez en el fresno y, tras un momento de vacilación, regresaron a clase.

Julio Romano
1º Bachillerato



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