miércoles, 11 de mayo de 2016

Hoy te soñé

Simplemente no lo podía creer. El tiempo y hasta el espacio no parecían reales. Me cuestionaba hasta mi propia existencia. ¿Realmente podía estar pasando esto? Dudé incluso de Descartes, que en ese momento se hallaba en una fría habitación de mi memoria... La circunstancia, los sonidos y las sensaciones eran las mismas. Podría estar pasando, me dije. Traté de olvidarlo, es demasiado absurdo y tal vez por eso, más razonable y lógico.

Trato de salir una vez más de ese monólogo interno, muy interno y ruego a mi imaginación que no se ponga como el león en una jaula de circo barato. Vuelvo la mirada recobrando el foco y con la imaginación atada a mi mano, veo tus ojos, tu sonrisa, tu boca y sé que todo aquello era solo yo, con mis penurias, mis penas en bálsamo de miedo. Que mi presente lo paso junto a ti cada segundo, que cada hora se derrocha de una manera diferente si te veo.

Siento calor de forma inconsciente, humedad, y alcanzo a sofocarme. Noto suaves telas alrededor de mi cuerpo, de ahí este inmenso calor. Pocos destellos de luz traspasan esa débil tela de piel que cierran mis ojos y si mi cerebro aún funciona, sé que es de día. Tengo recuerdos de alguien, lugares, palabras...

Al abrir los ojos, no muy inmediatamente, diviso la normalidad, el equilibrio y el cantar de las aves. Si no me equivoco, soñé con ella. Otra vez, de nuevo, sueño con un futuro, o hasta un presente no muy lejano junto a ella. Tratando de recobrar cronológicamente esos sucesos, casi indescriptibles, surge de mí un vacío.

Son las siete de la mañana y tengo colegio a las nueve. Hoy te veré de nuevo y sabrás que hoy te soñé. Te soñé y volverá a pasar de nuevo. Como ya he escrito tantas veces antes, dejaré el amor para otro día, te dejaré para otro día.

Fernando Guédez
Bachillerato


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