miércoles, 4 de octubre de 2017

Pararse a disfrutar

Frente a todos los agobios que produce la dinámica de Madrid, contrasta la paz que encuentro en mi habitación al caer la silenciosa noche. Aunque sea pequeña y esté abarrotada de trastos (tanto, que a veces parece que ha pasado por allí un terrible tornado), solo hacen falta dos cosas para convertirla en el único lugar en el que se puede entrar y buscar en el baúl de los recuerdos. Únicamente basta con encender esa tenue luz que, sin avivar totalmente la completa oscuridad, me permite encontrarme conmigo mismo y que ese momento sea un intento más de dar respuesta a mis preguntas vitales. Además de encender esa pequeña lámpara, también necesito de la compañía de una suave melodía; es increíble que a partir de un solo click pueda conocer a los grandes compositores, con los cuales, a partir de sus magníficas y hermosas piezas, me embarco en el viaje hacia la búsqueda del mayor tesoro jamás anhelado, y encontrado solo por unos pocos: el sentido que la existencia lleva consigo. Qué hermosos son esos momentos de silencio en los que uno llega a los más recónditos destinos de su corazón y, a su vez, qué tristeza contemplar que hayamos perdido el acto más íntegro del ser humano después de amar: hemos olvidado qué es pensar.

Ricardo Muñoz Ruiz-Dana
Bachillerato


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