lunes, 26 de noviembre de 2018

El milano


Sobrevolando la mediana, cae fugaz del cielo una saeta carmesí y se arroja en picado para, suavemente, detenerse flotando como una cometa -no en vano así le llaman los sajones-. Hace un quiebro y pica de nuevo, buscando los despojos de infelices criaturas muertas bajo el peso de la rueda y el motor. Este oportunista, bien parecido cuervo, no busca más que el buen vivir, sin desvelos ni fatigas.

Y pese a todo, al verlo alejarse de mi vista, carretera atrás, no puedo evitar sonreír y pensar: “¡qué hermosa ave, elegante halcón de cola de luna! Ante la mayor de las humillaciones, y sin perder un ápice de su noble orgullo de rapaz, da media vuelta y se aleja del lugar con la cabeza bien alta, en busca de mejores cotos donde seguir oteando sin molestias”.

Y, si alguna vez te encuentras con este galante príncipe del cielo, quiero que te acuerdes de mí y sientas lo que siento yo ante la belleza de esta Tierra en que vivimos, ante cada ave, cada insecto, cada piedra... porque nuestro Mundo agoniza, y con Él, nosotros.

Miguel Marín Latonda
Estudiante de Bachillerato



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