miércoles, 24 de abril de 2019

Otro jueves más

Otro jueves más Perkeo en la biblioteca. De nuevo te encuentras ante todo ese grupo de gente. Piensas en lo raros que son algunos. Últimamente te preguntas para qué vas, si al fin al cabo has asistido durante siete meses y no has publicado nada. Y encima hoy han llevado unas piedras de sílex o algo así. Te cuentan que son del Paleolítico, como si eso fuera algo atractivo. Para colmo te piden escribir sobre ellas. Puf, vaya tostón. Cuando vas a empezar te das cuenta de que te quedan dos horas de clase. Lengua e Inglés. Y recuerdas que no tienes en casa merienda, se te han acabado los chocoflakes.

Para inspirarte das un trago a ese extraño té que han traído hoy. Té negro con chocolate. Esperas que no sepa igual que huele. Si donde esté Tetley...

Luego coges una campurriana y, a pesar de que la notas un poco dura, estás pensando en cómo salir del paso y te la metes en la boca. No sabes por qué pero se te ha clavado en medio del paladar. El dolor te hace pensar que igual lo que te has comido era una de esas piedras.

Si es que quién te manda a ti meterte en un taller de escritura...

Raúl Aragoneses Centeno
Estudiante de Bachillerato



miércoles, 3 de abril de 2019

Culpa


Es de noche, paseo por la calle, un simple paseo nocturno para quitarme de la cabeza aquello que me impide dormir. Comienza a llover, cojo un camino que lleva debajo de un puente para resguardarme. Pasada una media hora parece que amaina, así que decido salir y proseguir mi paseo…

De repente siento una presencia, algo o alguien me observa desde la distancia, la suficiente para que no lo vea, la suficiente para que no me preocupe, pero es demasiado tarde. Acelero el paso, noto su aliento en la nuca, frío como el hielo. Me giro bruscamente creyendo que lo tengo a escasos centímetros de mí, pero no hay nadie.

‒Tranquilízate ‒me digo en voz alta mientras reanudo mi camino, ya de vuelta a casa.

Paso de nuevo por debajo del puente y vuelvo a notar la presencia de aquello que me perturbaba. ¿Qué cómo se que era él de nuevo (porque definitivamente tenía que ser una persona)? Muy sencillo: si fuese un animal peligroso ya me habría atacado. Vuelvo a acelerar el paso y me resbalo con un periódico que había en suelo. Hace un momento eso no estaba allí… Al parecerme tan raro decido leer el titular de la portada: “Hombre es asesinado bajo un puente, se sigue buscando al culpable”. Todo eso me parecía muy extraño: la presencia que me perturba, el acoso que siento… ¿Sería ese el puente por el que ahora paso?

Me entra miedo y algo aparece por mi derecha, tengo el tiempo suficiente para observarlo: es un hombre no muy alto, con la ropa hecha jirones, ensangrentada, con la cara desfigurada. Solo me mira, de arriba abajo, examinándome como si se tratara de un depredador antes de abalanzarse sobre su presa. El desconocido rompe el silencio con un “por qué”. Me extraño, me pregunto por qué me hace esa pregunta y caigo en la cuenta de lo que ocurre…

Él está muerto y yo fui su asesino, pero esto es demasiado extraño. Siento miedo y salgo corriendo.

‒Está muerto, está muerto, está muerto –me repito una y otra vez sin frenar.

Cuando recorro unos quinientos metros decido pararme a descansar y, cuando alzo la cabeza, me lo encuentro mirándome fijamente, a mi lado. Grito. Salgo corriendo a mi casa, subo rápidamente por las escaleras, abro la puerta, la cierro con llave y me encierro en mi habitación. Miro por la ventana y no lo veo por ninguna parte. Salgo y me dirijo a la cocina y cuando entro me encuentro de bruces con él. No puede ser. Miro hacia su mano, tiene un cuchillo, no soy lo bastante rápido para pararlo, me resisto pero soy incapaz de evitar las puñaladas, me lo clava una vez tras otra hasta que se apaga la luz de mis ojos…

Todo esto acabó en las portadas de los periódicos del día siguiente en los cuales aparecía cómo un hombre se había quitado la vida con un cuchillo hiriéndose repetidas veces. Muchas fueron las hipótesis, pero nadie supo jamás que es lo que había ocurrido.

Diego Morín Calle
Estudiante de Bachillerato