martes, 24 de enero de 2017

Por ti lloré chinchetas que pisaron otros

Me miraste a la cara y me obligaste a vomitar mariposas de felicidad; me dejaste hueco en el invierno y vacío en el palacio interior que sirve de asidero para mi alma. Ya no pude levantarme de la caída del imperio de tu ropa en el umbral de noviembre. Arrodillaste tus manos en mi cuello, frente a tu templo dedicado a Lilith, y apretaste gritando te quiero hasta que mi cabeza se deshizo en forma de vendaval. Aquella tarde afilaste tu orgullo y me robaste el llanto. Por la noche mojé la almohada de lava. Y hoy me desvivo por llorar a fin de mes. Pero esta mañana, tras intentarlo observando el retrato de tu fragancia que escondí bajo mi ombligo, conseguí llorar chinchetas. Y las usé para colgar tu última mirada en el corcho de mis mejillas, para que Madrid te vea y se muera conmigo dentro; como un feto al filo de la hambruna.

No conseguí más que volver a vomitar, pero esta vez pétalos de nubes negras. Y el cielo enmudeció de lluvia y colmó de truenos al suelo infértil de ti. Ahora, la espada de Damocles cuelga sobre una rosa marchita sobre mi cabeza. Y tu recuerdo me tiene entre la tumba y la pared.

Qué pena que las calles estén sumergidas en chinchetas.

Aarón Toral
Bachillerato