miércoles, 23 de enero de 2019

Cosas del tiempo...


Hoy es el pasado de nuestro mañana,
y ayer fue futuro del anterior,
el presente rápido siempre escapa,
quién pudiera encerrar su resplandor.

Si quisiera acogerme en sus entrañas,
gozaría ante su paz de traidor,
pero mientras vuelo en sueños ya marcha,
y sigo siendo el mismo soñador.

Ven a mí, por favor, está lloviendo,
dame eso que calma el frío dolor.
Ven a mí, se sigue escapando el tiempo,
será tarde aunque oiga el despertador.

Tengo algunas arrugas imborrables,
y sí, soy joven, pero mayor,
porque el tiempo va dejando sus huellas,
tiempo que roba y da toda ilusión.

Alberto Díaz-Moreno Sánchez
Estudiante de Bachillerato



miércoles, 9 de enero de 2019

Non omnis moriar


Despiertas de repente con un gran dolor en el estómago, lo miras y ves una horrenda herida abierta de la cual no sale sangre. Te levantas. Empiezas a recordar: una batalla, gritos de dolor, tu muerte…

Avanzas y descubres una moneda en la mano y enfrente de ti un gran río. Presientes que es un río, aunque no parece agua precisamente. Te acercas a la orilla y notas que unas voces cargadas de odio te empiezan a susurrar. Te alejas de inmediato y chocas con un hombre, es alto, delgado, tiene la cara demacrada y te dirige su voz sibilante como miles de cuchillos cortando el viento: “el óbolo”. Decides dárselo y él te lleva a una barca atracada en la orilla, os montáis y navegáis por el río.

A mitad de trayecto decides preguntarle que quién es, qué es aquel lugar y a dónde te lleva. Responde gustosamente y descubres que se trata de Caronte, que estás navegando por el río Estigio hacia el reino de Plutón: al fin y al cabo, no eran simples supersticiones…

Finalmente alcanzáis la otra orilla y te ves de frente con un perro gigante de tres cabezas: Cerbero. La cabeza izquierda te olisquea y te deja pasar. Marchas por los Campos Asfódelos (así los había llamado Caronte), donde continúas entre muchas ánimas que van de un lugar a otro sin pena ni gloria. Llegas a un edificio en el que se encuentra la sala del juicio, está hecho de un negro basalto, con algunos tonos rojizos de un material que no llegas a reconocer. Hay dos salidas, por una se ven una serie de esculturas que representaban los peores castigos que la mente puede imaginar, y por la otra, más lejana, alcanzabas a ver esculturas de héroes triunfantes: los caminos que llevan a los Campos de Castigo y a los Campos Elíseos respectivamente.

Esperas tu turno para el juicio, no tienes prisa, casi prefieres no saber el veredicto. Acaban con el hombre que estaba delante de ti, lo mandaron hacia los Campos de Castigo. Llega tu turno, te presentas ante los jueces: Minos, Éaco y Radamantis. Empiezan a comentar todos los actos que has realizado. Se detienen más en el último tramo de tu vida, la batalla en la que has muerto… De golpe, recuerdas absolutamente todo: el ejército de Aníbal formado por cartagineses, íberos y galos, la carga inicial emprendida por vosotros y, sobre todo, la imagen del rostro del cartaginés que te mató sin que pudieses reaccionar. Esos recuerdos que van citando los jueces se manifiestan en tu memoria, pero no parece real, es más bien como si te estuviesen contando una historia: te ves en tercera persona, no distingues los rostros de los demás, excepto de los que recuerdas en ese instante, y finalmente llega el golpe que acabó con tu vida…

Los jueces se miran y hablan durante mucho tiempo hasta que dictan sentencia: Campos Elíseos. Estás eufórico y Minos se te acerca y, mientras cuenta cómo se desarrollará tu “vida” a partir de ese entonces, os dirigís hacia el camino de las esculturas triunfantes. Pero algo no va bien, tu cabeza no asimila que este sea el lugar que el destino te había deparado. Miras a Minos y le preguntas si se puede volver a la vida, él te responde que sí, que todos los que residen en los Elíseos pueden regresar, empezándola de nuevo, sin recuerdos… Te das la vuelta, miras al juez fijamente y le dices lleno de confianza: “No ha llegado mi momento, no moriré del todo”. Non omnis moriar.

Diego Morín Calle
Estudiante de Bachillerato