jueves, 6 de marzo de 2025

Ilusión

Soy mago. Se podría decir que es algo peculiar, ahora que a todo el mundo le interesa lo instantáneo y rápido: ¿quién, en su sano juicio, dedicaría su “preciado tiempo” a algo que requiere horas y horas? Pero yo soy mago. Esto quiere decir que me dedico a sorprender, que juego con las mentes, que desafío a la realidad y que nadie quiere jugar a las cartas conmigo si no es en mi equipo.

Si se contempla detenidamente un buen juego de magia, se puede llegar a la conclusión de que, al igual que una buena película, libro o canción, la magia transmite sentimientos que además pueden llegar al espectador de una manera más íntima, ya que dentro de él se mezcla la confusión con la sorpresa dando lugar a la ilusión y emoción de que lo que ha visto ha pasado de verdad.

Pero ser mago requiere paciencia extra: no todos los espectadores están dispuestos a ver más allá. Es curioso que siempre, cuando termino un juego, se me acerca más de uno a preguntarme que cómo lo he hecho, aun sabiendo que no se lo voy a decir por el bien de la magia y por el suyo, pero yo siempre les miro, sonrío y les digo: “pues yo creo que lo he hecho muy bien”, y se van sin respuesta, pero con una sonrisa.

Muy poca gente ha profundizado en el arte de la magia. Los magos actúan y los espectadores se asombran, pero ¿qué es en realidad?

La magia es un arte complicado en el que para destacar tienes que saber magia de verdad. No es como la guitarra. S-i nunca has tocado una guitarra no vas a tener ninguna habilidad la primera vez que la toques, en cambio, la mayoría de las personas saben hacer algún truco de magia sin haber tocado una baraja, todos conocen algún juego automático. Todos saben hacer trucos, pocos saben hacer magia. Un buen mago es capaz de deleitar a su público no solo con su habilidad manual, sino también con sus palabras, sus gestos, sus expresiones… en general, con su forma de ser.

Como estoy cansado de las personas que no saben disfrutar ni contemplar las cosas maravillosas que suceden en un espectáculo, me gustaría hacer un favor a todo aquel que lea esto contando lo siguiente: cada vez que hago un show, me encuentro al típico espectador que va a “pillar”, y siento mucha pena por él, porque no está disfrutando. Le veo al pobre sufriendo y devanándose los sesos por descubrir cómo lo hago. En ese momento me siento mal por no haber conseguido su disfrute, pero entonces miro a otro lado y veo al otro tipo de espectador, el que está boquiabierto, con una sonrisa, que se ríe porque no es capaz de asimilar lo que está pasando y me doy cuenta de que lo que hace falta es que la gente entienda que tiene más sentido abrir los ojos ilusionado antes que abrirse la cabeza y no encontrar nada.

He escrito esto porque quiero darte la oportunidad de disfrutar la próxima vez que veas magia, porque quiero que los espectadores vean la belleza de la magia. Esto lo puedo resumir en unas palabras que me enseñó un amigo mago y que digo al acabar un show: “no pretendáis pillar al mago, no pretendáis descubrir dónde os engaña, porque un mago no engaña, un mago… ILUSIONA”.

David Agudo Ares
Estudiante de Bachillerato