Lo último que
recuerdo es que la tripulación y yo estábamos en una misión de recogida de restos
de suelo en Venus, cuando nuestros sensores meteorológicos de muñeca comenzaron
a emitir un molesto y agudo pitido: se acercaba una tormenta eléctrica. Aunque
la recogida no había concluido, la Capitana de la misión nos obligó a regresar
de nuevo a la Zeus 7, ya que no sabíamos
si la base que teníamos en el planeta iba a aguantar la potencia del temporal.
Aunque algunos miembros de la tripulación y yo nos opusimos, había que terminar
la misión; pero lo que de verdad importaba no era la misión, sino nosotros
mismos.
La tormenta llegó
antes de lo esperado y nos alcanzó antes de haber podido recoger todos los
instrumentos que estábamos utilizando para la extracción del suelo. Cuando ya
estaba justo sobre nosotros, la tormenta comenzó a levantar toda la arena del
lugar haciendo la visibilidad totalmente nula y lanzando todo nuestro equipo peligrosamente
hacia donde nos encontrábamos. A punto de llegar a la nave, uno de los instrumentos
me golpeó en una de las piernas lanzándome a gran distancia, dejando mi cuerpo
totalmente inmóvil y haciendo imposible que mi equipo me recogiera. Entonces la
Capitana decidió dejarme atrás para poder salvar al resto de la tripulación.
Cuando me desperté,
estaba medio enterrado en la arena y noté cómo un agudo pitido sonaba en el
interior de mi casco: me estaba quedando sin oxígeno. La cabeza me daba
vueltas, el sonido de mi respiración retumbaba dentro de mi casco como cuando
estás debajo del agua, hueco y distante. No sabía con seguridad cuánto llevaba tumbado
en aquel árido paraje. Deseaba quedarme allí quieto hasta que supiese
exactamente lo que había pasado… pero no podía. Al intentar levantarme algo
tiró de mi pierna causando un dolor muy intenso. Tenía un alambre clavado en el muslo que debía
que sacar si quería llegar a la base. Tiré con fuerza y logré sacarlo de mí. Al
llegar, he tenido que coser mi herida, pero quizá no ha servido de mucho, ya
que hasta que pueda contactar con La Tierra y consigan mandar una misión
tripulada de rescate pasará, al menos, un lustro, y sin embargo aquí estoy,
confinado en el interior de un hábitat pensado para unas semanas.
Alejandro
García Millán
Bachillerato
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