En una tarde de un otoño recién empezado, más allá de unas colinas, se
oye desde una plaza a dos hombres robustos conversar. Uno es un poco más alto
que el otro. El mayor, para cubrir su cabeza, lleva una boina verde, viste un
jersey de un verde resplandeciente, unos pantalones caquis y unos náuticos marrones.
El pequeño le imita los pantalones y los zapatos pero, sin embargo, en vez de
un jersey, lleva una camisa de flores verdes y amarillas. En mitad del silencio
que se percibe, se escucha una conversación:
PEQUEÑO: Bueno, ¿y qué has hecho este verano?
MAYOR: ¿En serio me lo preguntas, estúpido?
Llevamos todo el verano reuniéndonos a hablar en la plaza de este pueblo: es
obvio que no me he movido de aquí.
PEQUEÑO: Ya lo sé, si era por hablar de algo.
MAYOR: Para decir eso, prefiero escuchar a
los pájaros, en esta época les vamos a tener muy cerca.
PEQUEÑO: Tienes razón. Por cierto, a ver si
encontramos algún trabajo, porque para esta Navidad me gustaría darles a mis
hijos algo más que la ropa que me queda pequeña -se ríe.
MAYOR: Sinceramente yo me preocupo más por
nosotros, los niños pueden vivir perfectamente en cualquier lado. Además, en la
escuela a la que les hemos enviado no pasarán frío. Sin embargo, nosotros nos
vamos a congelar. Espero no tener que vender mi ropa como el año pasado para
poder comer.
PEQUEÑO: No me lo recuerdes. Pero bueno, pase
lo que pase, no nos vamos a aburrir, podemos darnos conversación -le sonríe.
MAYOR: Todos los años dices lo mismo. Algún
día uno de los dos se irá a un lugar mejor en el que vivir, o nos terminarán
echando a ambos, como a mis primos que vivían enfrente.
PEQUEÑO: En eso razón no te falta, pero
espero que vivamos unos pocos años más, al menos hasta que nuestros hijos echen
raíces aquí y les podamos dejar solos.
MAYOR: Eso es otro problema. Puede que
nosotros nos vayamos y nuestros hijos estén aquí tranquilamente unos pocos años,
pero llegará un momento en el que la contaminación les llegue y no quiero ese
futuro para ellos.
PEQUEÑO: Le das mucha importancia, has estado
escuchando otra vez a esos tipos de camisa y corbata hablando del cambio
climático, ¿verdad?
MAYOR: Eso es lo de menos, el caso es que
aquí, como yo lo veo, no hay futuro para nadie. Espero que la gente se dé
cuenta algún día e intente hacer algo para cambiarlo.
PEQUEÑO: Ten fe, las personas pueden cambiar
a partir de sus errores.
MAYOR: Algunas ya han empezado a cambiar.
¡Mira! El jardinero ha venido a podarnos, que ya iba tocando.
José
Miguel Leralta Martínez
Estudiante de Bachillerato
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