Buenos días,
mi nombre es Ángel y trabajo en la mensajería más importante de Grecia. Hoy me dijeron que tenía que entregar diferentes paquetes en una dirección bastante codiciada, la calle Olympus 402 00, “Hogar de dioses”. En esta dirección se encontraba una comunidad en lo alto de un monte.
En el
viaje a ese lugar, me enteré de que mi misterioso jefe vivía precisamente allí,
algo que lo hacía todavía más misterioso.
Cuando llegué al inmenso edificio de mármol,
llamé a la puerta y me encontré con una mujer que al instante me hizo sentir en
un ambiente cálido y familiar, como si estuviese en mi casa de la infancia.
Ella me dio los buenos días y me dijo que empezara por el 1ºA, que allí se
encontraba el presidente de la comunidad. En este edificio, el primer piso se
encontraba en lo más alto, así que decidí coger el ascensor. Cuando subí, llamé
a la puerta y me recibió una mujer morena con un gran traje con diferentes
símbolos de pavo real, que me dio una galleta casera. Me hizo esperar unos
segundos hasta que apareció su marido, un hombre de pelo y barba blanca
trajeado y bastante serio. Puso la mano esperando a que le diera su paquete.
Entonces abrí el carrito donde llevaba todas las entregas y allí estaba, un
paquete marcado sólo con la dirección y el piso. Se lo entregué y continué
hacia el otro lado del rellano, donde me abrió la puerta la mujer más hermosa
que había visto en mi vida, y me preguntó si tenía algo para ella. Le entregué
su paquete, lo abrió y exclamó:
-¡Por fin ha llegado!
El paquete contenía un perfume llamado néctar
de ambrosía. Continué mi recorrido hacia el siguiente piso, donde me encontré a
dos vecinos discutiendo, un hombre con un gran tatuaje de unos caballos sobre
las olas del mar, gritando a una mujer alta y bella con unos pendientes en
forma de lechuza, y decidí dejar los paquetes en las puertas para no
entrometerme. Entonces miré el carrito, solo me faltaba por entregar un
paquete, que se encontraba en la planta número 13. Cuando cogí el ascensor,
entró un hombre de cabello rizado bastante ebrio, tambaleándose con una copa de
vino en la mano, que empezó a cantar historias sobre los diferentes dioses
griegos. Cuando llegamos, él se quedó en el ascensor y siguió cantando hasta
que se cerraron las puertas.
Justo cuando iba a poner mi dedo en el timbre
del 13ºA, se abrió la puerta y apareció un hombre, que exclamó:
-¿Qué tienes para mí, querido Ángel?
Me quedé sin habla, yo no conocía a ese hombre.
Entonces salió una mujer con un arco anunciando que se iba a cazar, se cruzó
conmigo y entregué el paquete al hombre, que también, como la hermosa mujer de
antes, decidió abrirlo delante de mí. Lo abrió y era una crema para juanetes
que decidió dármela diciendo:
-Aquí tienes, diría que te hace falta -y cerró
la puerta.
Me quedé muy sorprendido, ¿cómo sabía lo de mis
juanetes? Decidí entrar en el ascensor hacia la planta baja, donde me encontré
de nuevo al hombre de la copa de vino, que me dijo:
-Dile a tu jefe que me debe una botella.
Justo después llegó por la puerta un hombre de
pelo rubio y un sombrero que parecía que tenían alas, con una chapa en la
chaqueta que ponía “Mensajero de los dioses”, que le entregó una botella en la
mano y se dirigió hacia a mi diciendo:
-Bien hecho Ángel, te veré la próxima semana,
eso espero -y se fue al ascensor sonriendo.
Así es como terminé mi viaje por la comunidad
de la calle Olympus 402 00, “Hogar de dioses”.
Nicolás Martínez López
Estudiante de Bachillerato
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