Traducción
de Héctor Arnau, Nórdica, Madrid, 2016.
Se
celebra este año el primer centenario de la muerte de Jack London (1876-1916),
conocido sobre todo por sus novelas de aventuras. Durante su infancia en
California apenas recibió educación, pero solventó sus carencias con frecuentes
visitas a la biblioteca municipal. En su azarosa juventud recorrió los más
remotos lugares del mundo impulsado siempre por su afán aventurero. Sin
embargo, sus frecuentes problemas laborales le redujeron a la mendicidad y al
presidio, donde trató con delincuentes y pordioseros y conoció de primera mano
los ambientes más bajos de la sociedad americana.
Poco
a poco, consiguió remontar su situación gracias a su fuerza de voluntad y en 1900
se situaba ya entre los escritores más afamados de Estados Unidos, fama que
creció más todavía cuando en 1903 publicó La
llamada de lo salvaje, novela que obtuvo una gran aceptación y para la que
se inspiró en su propia biografía, pues London estuvo casi un año en las
inhóspitas tierras de Yukón. Esta novela se ha convertido por méritos propios
en un clásico de la literatura juvenil.
En
ella, Jack London relata las vicisitudes de Buck, un perro californiano que se
ve arrastrado desde el cálido y confortable sur hasta las peligrosas nieves de
Alaska. Allí, Buck desarrollará sus capacidades y su instinto con el fin de
sobrevivir en un entorno peligroso y hostil. A medida que avanza la narración,
la actitud del perro torna desde el inconformismo y la desconfianza hacia el
ambiente brutal y combativo que le rodea, hasta la adaptación completa en los
ancestrales bosques de Alaska.
El
principal logro del autor consiste en proporcionar al libro un ritmo. London consigue
introducir la historia en apenas cuatro páginas, se desenvuelve como un
verdadero experto en el desarrollo de la narración y cautiva a los lectores con
un ambicioso final en el que otorga a su libro tintes de leyenda. El lenguaje
rico y elaborado y las descripciones simples pero conseguidas dotan a La llamada de lo salvaje de una ligereza,
eficacia y habilidad incomparables.
La
obra es, al fin y al cabo, la historia de la transformación de Buck. En el
perro se opera un poderoso cambio que transmite una contagiosa emoción. London
presenta las primitivas fuerzas de la naturaleza con una belleza ideal y
salvaje que acaba seduciendo al protagonista. Muchos han pretendido ver en el
libro una feroz crítica a la vida urbana y a la costumbrista sociedad de su
tiempo, aunque su lectura admite múltiples interpretaciones. Esta reciente
edición cuenta con unas excelentes ilustraciones de Javier Olivares.
Julio Romano Cabello
Bachillerato
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