Martes, 19 de
septiembre de 2017, son las siete de la mañana, acabo de ver en dos días 16
horas de serie y no me arrepiento. Hoy es jueves 26 de octubre de 2017 y en
apenas un mes he vuelto a ver la serie otras ocho veces, habiendo invertido
aproximadamente 128 horas en esta, sin tener en cuenta el tiempo pasado en
foros, ojeando noticias, leyendo fanfiction
o perdiéndome en mis inquietudes sobre ella, y no me arrepiento.
¿Por qué? ¿Cómo llega
algo a gustarme tanto como para rozar la obsesión? Debe haber un patrón en mis
gustos. Contando las obras que realmente me han impactado, me sobran dos dedos
de una mano. Dark Souls es mi
videojuego favorito, al cual he dedicado más de 600 horas y al que le debo gratitud
eterna por abrirme los ojos respecto a que los videojuegos son arte. El Señor de los Anillos: La Comunidad del
Anillo fue la primera película que me llevaron a ver al cine con apenas
unos meses de edad, y aun sabiéndome los diálogos de memoria, cada vez que la
veo el corazón me late como si la descubriera por primera vez.
La pregunta sigue
taladrando mi mente… ¿Por qué? Me considero una persona dura y crítica hasta el
punto de sentirme insultado por aquello que veo malo o mediocre, analizo lo que
objetivamente es bueno con frialdad absoluta, y disfrutando de ello. Estas
maravillas son especiales para mí porque consiguen romper mi forma de ver y
entrar en mí, ponerme patas arriba y hacer que me guie por los sentimientos,
apartándome del pensar. Para que pase esto deben darse situaciones muy específicas,
que me dejen marcado, y si hay un elemento que es determinante son los
personajes, que es conexión directa entre la realidad creada y el espectador.
Con un buen personaje
creas un vínculo, empatizas con él y te dejas llevar. Esto último es muy
importante para mí, ya que en la gran mayoría de ocasiones acabo viendo ese
enlace como algo que se puede analizar y diseccionar, por eso me choca tanto
cuando soy yo el que conecta con uno. Dark
Souls está lleno de personajes asombrosos, algunos entrañables como Solaire
de Astora o Siegmeyer de Catarina; otros demasiado interesantes como para
pasarlos por alto como Artorias y Sif el Gran lobo gris; incluso el propio
mundo, que te atrapa desde Anor Londo hasta Izalith perdida. El Señor de los Anillos es simplemente
inabarcable, desde Gandalf hasta Gollum, la profundidad y complejidad de los
personajes es impresionante, con algunos de los mejores arcos de personaje de
todos los tiempos.
No creo ser capaz
responder totalmente a la pregunta, ¿por qué me gusta tanto una cosa y no otra?
Lo que tengo claro, es que se trata de una cuestión de sentimientos, ilógicos e
irracionales, y precisamente eso lo hace tan especial, el no poder argumentar
qué lo hace distintos… porque realmente acaba siendo irrelevante. No me importa
que la gente no comparta el gusto por esas obras, que pierda noches de sueño sin
motivo aparente. Lo que realmente importa es que al final del día estoy feliz
de solo pensar en esa serie que se ha ganado un hueco en mi corazón.
Juan
Mateos
Bachillerato
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