La tarde se despide,
impulsada por Cronos, cansada;
Y Apolo ya no sonríe:
impulsada por Cronos, cansada;
Y Apolo ya no sonríe:
no se encontrará con su amada.
Sale Artemisa, bella como siempre,
con su forma resplandeciente:
enseña varios caminos
y escogerá el más complaciente.
Una decisión ha de elegir,
con la cual brillará más intensa:
cualquier viajero, aun sin compañía,
no se sentirá solo en la noche densa.
Pasa sola el resto de su vida,
ella cuenta despacio las horas.
Espera que la tortura termine,
de no poder ver al que adora.
El tiempo corre, su hora ha llegado:
historia diaria, interminable tortura,
de vuelta al rincón, otra vez al comienzo,
con final feliz o simple amargura.
Mathías José Rivera Pacahuala
Estudiante de Bachillerato
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