Tan solo oigo mi respiración, se acelera.
Solo él está en mi cabeza. Quiero verle. Mi mente me lo pide. Mi cuerpo me lo
pide. Quiero bailar.
Los tambores y las trompetas anuncian su
llegada. Le noto, él me nota. Le recibo de rodillas como rey que es, el rey de
la dehesa. Me santiguo y me consagro a la Virgen de los ruedos.
Bailamos juntos, pegados, despacio... como si
no hubiera ni ayer ni mañana. El tiempo se ha parado y estamos los dos solos en
la arena. Un silencio chirriante inunda la plaza.
Seguimos danzando, esta vez al compás del
pasodoble.
Pasión. Arte. Torería.
El pueblo de Madrid embravece, el tendido se
tiñe de blanco. Y la gran puerta que lleva a la gloria se abre.
Borja Elejalde
2º Bachillerato
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