Nunca podré olvidar que
le vi. Su cara, normalmente anodina, se había transformado en una máscara de
hierro fundido. Si lo que dicen es cierto y lo que vi fue un reflejo de su
alma, significaría que había perdido el miedo a la vida, a la muerte, y a todo.
Sus ojos reflejaban la mirada de un héroe, muy alejada del epiquismo barato que
nos intentan hacer pasar por verdadero valor, era la mirada de alguien
dispuesto a matar y morir por cualquier causa que juzgara como justa, capaz de
remover la tierra hasta sus cimientos con tal de conseguir su objetivo. Y recuerdo
con total nitidez que, por primera vez desde que le conozco, le vi sonreír.
Alfonso
Pizarro
2º Bachillerato
Muy buen trabajo.
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