martes, 14 de noviembre de 2023

El hombre: la criatura suprema

El pensamiento filosófico de Aristóteles afirma que el hombre es la unión sustancial del cuerpo (soma) y del alma, y es un ser inteligente.

Aristóteles, discípulo de Platón, discrepa con su maestro. Platón sostiene que alcanzamos el conocimiento gracias a la “reminiscencia”, es decir, gracias a los recuerdos del “mundo de las ideas” que tiene nuestra alma, ya existente antes que nuestro cuerpo.

Sin embargo, Aristóteles plantea que el conocimiento viene dado por la información que vamos adquiriendo desde niños y que se va anotando en una tabula rasa. Para Aristóteles nacemos como esa tabla, vacía, sin nada escrito y nuestro cerebro se va configurando con los conocimientos que vamos adquiriendo y reflejando en la misma.

Ese conocimiento parte de lo que percibimos a través de nuestros sentidos y de nuestra inteligencia, y por ello podemos afirmar que hay dos momentos implicados en el conocimiento: el conocimiento sensible y el conocimiento intelectual.

El primero, lo poseemos tanto los animales como los seres humanos y nos permite percibir un objeto sensible a través de los sentidos externos, con la consecuente producción de sensaciones. Por ejemplo: el tacto capta texturas; la vista, imágenes; el gusto, sabores; la nariz, olores y el oído, sonidos y cuando se unifican las distintas informaciones que nos llegan a través de todos ellos desarrollamos el sentido común que nos permite provocar una percepción. De ahí el sentido común pasamos al sentido interno, que da lugar a la memoria y a la imaginación. Con la memoria ya podemos retener un objeto en nuestro cerebro tal cual es, y con la imaginación podemos modificarlo: cambiar su textura, color, etc… generando una imagen final que se queda registrada en nuestro cerebro.

El segundo, es el conocimiento intelectual, que es el que nos diferencia de los demás seres. Tiene tres funciones: la abstracción, el juicio y el raciocinio.

La abstracción abarca tanto el entendimiento agente, que corresponde a la abstracción de nuevos conceptos de manera universal, como el entendimiento paciente, por el que no abstraemos lo universal sino que ya lo conocemos. El juicio es la capacidad que tenemos para determinar si algo es verdadero o falso, simple o compuesto, afirmativo o negativo, asertivo, probable o necesario y universal o particular. El raciocinio es la conclusión final de dos juicios que da lugar a una nueva proposición y que, por definición, es la capacidad que tenemos de ejercitar la razón y, en consecuencia, el pensamiento.

Cuando nosotros, los sujetos, conocemos los objetos, llegamos a la verdad, que es la adecuación entre los dos.

En conclusión, el hombre es el único ser que por su conocimiento puede llegar a la verdad y eso nos configura como seres superiores al resto de las criaturas de la creación. Tenemos la capacidad de conocer y reflexionar sobre lo conocido. Somos capaces de pensar y de elaborar conclusiones que nos permiten tomar las decisiones que configurarán nuestra vida. Cualquiera de los otros seres con los que convivimos no podrán nunca alcanzar este estado al estar limitados por disponer solo de conocimiento sensible.

Marcos Segovia Hernández
Estudiante de Bachillerato